jueves, 21 de marzo de 2013

Demon girl 1: Cuando la muerte toca la puerta de enfrente.

Pues... les traigo una nueva historia :) una idea que ya habia tenido hacia un tiempo pero no habia podido desarrollarla bien jeje pero bueno... poco a poco ira avanzando asi que leanla y diganme que les parece ok n.n

~~~~~~*+. Cuando la muerte toca la puerta de enfrente.+*~~~~~~

Un sueño.

O una pesadilla, mejor dicho. Alguna parte de su mente sabia que todas las imágenes que ella veía eran solo pesadillas, pero por mas que intentara despertar de aquel horrible sueño no lograba abrir los ojos a la realidad. Siempre era la misma secuencia, primero ella estaba en algún bosque corriendo, huyendo de algo que la seguía muy de cerca, tratando de buscar una salida de aquel laberinto interminable de arboles y arbustos; luego sin poder detener su carrera ella caia en un abismo que la llevaba directo a la oscuridad, no tocaba el fondo simplemente se quedaba flotando en un espacio sin vida, escuchaba ruidos, había gritos y risas macabras que le erizaban la piel, entonces algo la envolvía, como un torbellino invisible que comenzaba a robarle el aire, poco a poco ella se ahogaba y cuando sentía que iba a perder la conciencia entonces… despertaba.

Lariza se sento en la cama de golpe, el corazón le latia acelerado, su cabello se pegaba a su frente y cuello por el sudor, respiraba agitadamente tratando de llenar sus pulmones con la mayor cantidad de aire posible, tenían que pasar un par de minutos antes de que lograra recobrar la calma. Ya había pasado varias noches de la misma manera, teniendo aquella pesadilla, despertando en la madrugada y sin poder recobrar el sueño lo que restaba de la noche; entonces, como ahora, se quedaba sentada en su cama, sosteniendo las sabanas fuertemente entre sus delgados dedos, tratando de descifrar que podía significar aquel sueño extraño.

Pasaron los minutos y poco a poco aquellas imágenes se fueron borrando de su memoria consciente, miro hacia la ventana de su habitación, las cortinas estaban cerradas pero aun asi podía distinguir el brillo azulado de la noche en su ventana; aparto las sabanas con un rápido movimiento y se puso de pie con un salto, el suelo de la habitación estaba frio pero no le importo, camino arrastrando un poco los pies hasta el pequeño baño de su habitación; encendio la luz, llenando la pequeña habitación con un brillo amarillo demasiado intenso para sus ojos cansados, parpadeo un par de veces hasta que el brillo dejo de molestarla, entonces clavo su vista en el reflejo frente a ella.

Todo parecía relativamente normal, prácticamente el mismo reflejo de siempre; su largo cabello dorado que generalmente caia lacio sobre sus hombros hasta la parte baja de sus espalda, pero en este momento estaba enredado, hecho una maraña de cabello sobre su frente; su rostro tan claro como la nieve, sus labios finos y rosados, su nariz respingada y finalmente sus ojos. Esos ojos de un gris oscuro que parecían no concordar con el resto de su apariencia, al menos a su parecer, aunque el resto de la gente le decía que eran hermosos; Lariza sentía, que de algún modo, esos no eran sus ojos, que había sido alterados en alguna época de su vida, pero desde que tenia memoria tenia lo mismos ojos grises, y siempre le habían parecido ajenos.

Abrió la llave del agua dejándola correr un momento antes de tomar un poco entre sus manos y llevarla hasta su cara, dejando que esta lavara el sudor de su frente y cuello, mojo su cabello y lo acomodo en un moño bajo, cerro la llave de agua y apago la luz, pero no se movio de su lugar. Su vista nocturna era bastante buena por eso no tenia problemas para encontrar su reflejo aun a oscuras, a excepción del hecho de que sus oscuros ojos grises parecían brillar entre las sombras, como pequeños aros de luz sobre su iris, hacia varias noches que había notado ese brillo extraño, cada noche después de esa pesadilla revisaba para ver si el brillo seguía ahí, y asi era. Lariza presentia que una cosa se relacionaba con la otra pero seguía sin saber el por que. ¿Por qué esas pesadillas? ¿Por qué ese brillo? ¿Por qué, a pesar de todo, no se sentía intranquila? Era como si alguna parte extraña de su mente le avisara sobre algo que estaba por suceder, pero ¿Qué?

Salió del cuarto de baño y se tiro en su cama nuevamente, mirando el techo de su habitación, contemplando como un juego de estrellas fosforesentes perdían su brillo poco a poco con el paso de los años. Bien podía haber quitado aquellas maltratadas estrellas de su techo, pero tenían un significado especial, eran el ultimo regalo de navidad que su madre le había dado antes de morir; siempre que las contemplaba era como si su madre estuviera ahí con ella, acariciando su cabello y recitándole algún cuento de hadas, donde el final siempre era feliz. Lastima que si vida no era como un cuento de hadas.

Se quedo ahí recostada, mirando y sin mirar a la vez, no se molesto en levantar sus sabanas, de todos modos ya no podía conciliar el sueño, coloco sus manos detrás de su cabeza y tarareo “estrellita donde estas” hasta que su alarma comenzó a sonar; estiro la mano para acallar aquel ruido y sin mas se puso de pie nuevamente. Otro dia estaba por comenzar.

Como cualquier otro dia, se puso de pie nuevamente, esta vez un poco mas lento, ya no había prisa aunque tenia el tiempo contado para arreglarse y salir de casa rumbo al colegio; rebusco entre sus ropas su gastado uniforme escolar, lo puso sobre la silla de su escritorio y luego camino al baño, después de una rápida ducha con agua fría se puso aquella ropa, arreglo un poco su largo cabello, un poco de maquillaje y estaba lista. Antes de salir de su habitación fue hasta la pequeña ventana y corrió las cortinas, dejando que el lugar se llenara de la clara luz matinal.

Contemplo por un momento el paisaje fuera de aquella habitación, su ventana daba a la calle que aun no estaba muy transitada, uno o dos autos que pasaban por ella, algunos estudiantes como ella que iba ya de camino a la escuela; poco a poco la hilera de casas frente a la suya comenzaban a encender algunas luces, pudo distinguir claramente la silueta de Ally, la vecina de enfrente, atraves de las cortinas; un sonido sordo desvio su atención hacia la parte de enfrente de aquella casa, pero no pudo ver mucho, solo algo parecido a una sombra que desapareció entre el espacio de la casa de Ally y su vecino de al lado, Lariza se pregunto si su imaginación no le estaría jugando una mala pasada, tal vez la falta de sueño empezaba a afectarle aunque ella no lo sintiera del todo; estaba por alejarse de la ventana cuando percibió como la silueta de Ally resbalaba y desaparecia del marco de visión de la ventana, se quedo mirando un segundo mas, una sombra mayor que la de su vecina apareció y luego las luces se apagaron; extraño sin duda alguna, Lariza se quedo mirando de nuevo la ventana de Ally, las cortinas parecían moverse un poco pero era tan leve el movimiento que se pregunto si no era el viento o algo parecido, espero un poco mas, a escuchar algún signo de pelea o un grito, a que las luces encendieran de nuevo o que simplemente su vecina diera alguna señal de cualquier cosa. Pasaron los minutos pero no sucedió nada.

Algo en su interior le decía que algo andaba mal, que corriera atravez de la calle para comprobar si Ally estaba bien, pero aunque su interior se lo gritaba Lariza no se movio, cerro las cortinas nuevamente y salió de su habitación, repitiéndose una y otra vez que todo estaba bien.

Su pequeña casa de dos pisos, al igual que siempre, estaba en silencio y quietud, incluso su pequeño gato seguía dormido en el sillón de la estancia, sin preocuparse del resto del mundo. Lariza fue hasta la cocina y se sirvió un tazon de cereal y leche, no tardo mucho en comerlo ya que se le hacia tarde para ir al colegio, tomo su bolso de una de las sillas, se despidió de su gato y salió de casa.

Lo primero que noto Lariza al salir no fue la leve lluvia que caia sobre la ciudad, o el monton de personas que se arremolinaban frente a su jardín, ni las luces de las patrullas o el encordecedor ruido de la ambulancia, tampoco lo que parecía ser el cuerpo de Ally que iba tendido sobre una camilla con una sabana blanca encima; antes que cualquiera de esas cosas su vista se poso en unos fantasmagóricos ojos rojos que la miraban desde un árbol cercano. Eran dos esferas incandescentes que parecían contener fuego dentro de ellas, Lariza estaba segura de que la observaban, podía sentir el peso de su mirada como un edificio sobre ella, instintivamente dio un paso al frente para acercarse mas y poder ver mejor aquellas gemas, pero antes siquiera de que terminara de dar el paso aquellos ojos desaparecieron dejando solo un ruido de hojas moviéndose tras de si.

Después de eso fue consciente de todo el alboroto que se desarrollaba frente a ella, se acerco un poco mas al circulo de gente que bordeaba la casa de Ally, la mayoría vecinos que ella conocía, cerca de la entrada de la casa aquella camilla que transportaba el cuerpo de la que alguna vez fue su amiga era subida con cuidado, podía escuchar un llanto desconsolado del interior de la casa, los murmullos de los vecinos no paraban.

-pobre, era tan joven-

-dicen que la encontraron sin ropa-

-yo escuche que fue venganza de un ex novio-

-había mucha sangre, no pudieron hacer nada por ella-

Lariza puso un rostro sombrio y se alejo de aquel lugar, le revolvía el estomago lo que la gente comentaba como si se tratara de un chisme mas, sabia que a aquellas personas no les importaba en lo mas minimo Ally. Pero sobre todo eso una punzada de culpabilidad le atravesó el pecho haciendo que se detuviera abruptamente, se llevo una mano hasta el corazón y se presiono con fuerza; ella había visto algo, pudo haber hecho caso a su instinto y comprobar que todo estaba bien, pero no lo había hecho, no había querido meterse en problemas y ahora una chica estaba muerta. Mas importante aun que todo eso ¿Qué la habia matado? Esa cosa que había visto obviamente había sido algo mas que una sombra, esos rojizos ojos estaba segura de que pertenecían a esa cosa ¿Qué era?

Siguio caminando lo mas normal posible al notar que mas de una persona la miraba con extrañeza, trato de mantenerse tranquila aunque no sabia como iba a lograrlo, Ally estudiaba en el mismo colegio que ella, pronto la noticia de su muerte se esparciría como fuego en un bosque y siendo ella su vecina seguro la mitad del colegio le preguntaría por lo que había pasado ¿Qué diría ella? Obviamente no contaria lo que había visto, la gente ya la tachaba de rara, si le socntaba que probablemente una sombra le había arrebatado la vida a Ally le dirían loca y eso era algo que no necesitaba.

Finalmente llego al colegio, como lo esperaba la noticia ya se estaba esparciendo, todo el mundo cuchicheaba y la miraba al pasar, Lariza se mantenía con la cabeza gacha, se había puesto sus audífonos, simulando escuchar música aunque realmente estos estuvieran desconectados, podía escuchar todo tipo de comentarios pero ninguno hablaba mal de ella, por primera vez en la historia de su vida escolar en preparatoria la gente la trataba con algo de respeto; incluso varias personas le habían susurrado un “lo siento” al pasar.

En el salón de clases las cosas no fueron diferentes, después de que la maestra diera un breve discurso sobre la vida y la muerte la clase comenzó con aparente normalidad; Lariza tenia su cuaderno abierto aunque no habia nada escrito en esa pagina, simplemente la contamplaba, sintiéndose algo culpable por no sentir tanta tristeza. Ally había sido de sus primeras amigas cuando se había mudado a aquella ciudad, aunque su relación se había distanciado hacia unos años con la muerte de la madre de Lariza, aun asi era una buena chica con ella, la saludaba cuando la veía por los pasillos o la defendia de vez en cuando, había sido una buena amiga. Entonces ¿Por qué no se sentía triste? ¿Por qué no lloraba por la perdida de aquella amiga? ¿Por qué sentía su muerte como un suceso sin importancia?

-Personas van y vienen…- susurro con voz suave mientras en su libreta comenzaba a trazar rostros, rostros espeluznantes, como fantasmas, todos demostraban dolor, tristeza, sufrimiento, muerte. Su mente divagaba, ya no estaba en el salón de clases escuchando las explicaciones de su profesora, ya no estaba en aquella escuela, ni siquiera sentía estar en la misma ciudad, era como si su alma hubiera abandonado su cuerpo y se hubiera marchado sin mas a un lugar oscuro.

-Lariza- su mente salió de aquella extraña ensoñación, volviendo a su cuerpo nuevamente, giro para ver el rostro de la psicóloga escolar, nunca antes la había visto, era una psicóloga nueva tenia entendido, parecía una mujer dulce y comprensiva. Sus ojos café claro estaba posados sobre Lariza, ella estaba segura que ya llevaba un buen rato viéndola y que seguramente ya estaría analizándola o algo asi.

-¿si?- la voz de Lariza sono mas espera de lo que le hubiera gustado, aquella mujer solo le dedico una sonrisa dulce

-¿quisieras acompañarme a mi oficina un minuto?- su sonrisa calida parecía sincera, aunque Lariza ya podía imaginarse para que quería hablar con ella.

Sin decir una palabra se puso de pie, tomo su pequeña mochila y salió del salón, todos sus compañeros la miraban, aunque no era la misma mirada desdeñosa de siempre, esta vez había comprensión en ella, una comprensión que no creía merecer. Comenzó a caminar por el pasillo, con la cabeza baja, su mente divagaba como tratando de regresar a aquella oscuridad, se sentía extraña. Detrás de ella la psicóloga la miraba, estudiándola, Lariza lo podía sentir en su mirada, como la recorría de arriba abajo con esos ojos cafes.

Llegaron a la oficina, no era muy grande; un librero ocupaba la pared izquierda repleta de libros que Lariza tuvo curiosidad de revisar, un escritorio parecido al que había en su salón con dos sillas al frente, en la pared contraria al librero había un pequeño sillón que lucia comodo, todo quedaba iluminado por la luz que se colaba por una pequeña ventana. La psicóloga se sento en su silla detrás del escritorio.

-toma asiento, donde te sientas mas comoda- dijo ella señalando la pequeña habitación

Ella sin pensárselo dos veces salto al pequeño sillón, cruzando sus piernas sobre el y dejando la mochila a un lado

-¿y bien?- se apresuro a preguntar la joven -¿Qué quiere de mi?-

-ayudarte, lo que quiero es ayudarte Lariza- respondió la psicóloga una diminuta sonrisa en los labios, parecía una sonrisa que inspiraba confianza pero a Lariza le parecía mas falsa que las cabelleras rubias de sus compañeras -¿quieres hablar de lo que paso hoy?-

“si” –no… no quiero, ¿ya puedo irme?- Lariza quería hablar con alguien, pero no sobre el hecho de que su vecina de enfrente había muerto, si no de sus pesadillas, de esos pensamientos oscuros en su cabeza, de aquellos ojos rojizos en el árbol esta mañana, pero era obvio que la psicóloga no se refería a eso

-¿tanta prisa tienes por volver a clase?- dijo algo divertida –vamos… solo intento ayudarte-

-¿ayudarme con que?- replico la joven con ironia -¿con la muerte de Ally? ¿y eso de que servirá? ¿la traerá de vuelta?- La chica mantuvo una voz neutra, no denotava ningún tipo de sentimiento, ni ira o tristeza, nada.

-¿Ally y tu eran amigas?- continuo la psicóloga como si no la hubiera escuchado

-antes, si… ¿esto sirve de algo?-

-¿y como te hizo sentir su muerte?- pregunto sin prestar atención a la ultima pregunta de Lariza

-¿importa?... como yo me sienta no le interesa a nadie- se cruzo de brazos y aparto la vista

-a mi me interesa- la psicóloga comenzó a hacer notas en su cuaderno ¿Qué estaría escribiendo sobre ella? Se pregunto Lariza ¿Qué estaba loca? ¿Qué era inestable? –por eso te traje aquí-

-me siento bien- entorno los ojos, se dio cuenta de que si quería salir rápido de aquella oficina tendría que mentir, decirle a aquella mujer lo que quería escuchar –digo… no es fácil, pero creo que es mejor tratar de seguir adelante- trato de que su voz diera un dejo de tristeza, algo que la hiziera parecer vulnerable

-¿asi que fingiras que nada paso?-

-yo no dije eso- extrañamente, esas palabras le dolieron mas de lo que hubiera pensado, por que era justo lo que había hecho cuando había visto las siluetas atravez de la ventana fingir que no pasaba nada, que todo estaría bien ¿habria podido salvar a Ally de haber seguido su instinto? –no quiero que toda la escuela me mire asi… como si necesitara su compasión-

-bueno… para ellos también es una perdida…- parecía que la psicóloga comenzaría con un largo discurso asi que Lariza la corto antes de que fuera tarde

-no, ninguno de ellos la conocía de verdad, ni siquiera yo llegue a conocerla del todo… la escuela solo llora por que es lo que les dicen que hagan, son como un monton de borregos- era la verdad, ella lo sabia, incluso las que eran sus “amigas” actuales llorarían su perdida unos días y después la remplazarían con alguien mas. Lariza se puso de pie y tomo su mochila, dispuesta a salir de aquel lugar, dio unos cuantos pasos a la puerta hasta que la voz de la psicóloga le detuvo en seco

-¿y que haras tu Lariza? ¿tambien le lloraras unos días o simplemente te olvidaras de ella?- la cuestiono con una voz dura -¿siempre te quedaras a un lado fingiendo que no paso nada?-

En ese momento las imágenes de su madre aquella ultima noche llegaron a su cabeza. Como la había arropado y le había contado un cuento, como había cerrado la puerta de su habitacion deseándole buenas noche, como había escuchado aquellos ruidos de cosas rompiéndose de su madre gritando, de cómo ella se había quedado en la cama cubriéndose con sus sabanas, de cómo no había ayudado a su madre. Una lagrima rodo por su rostro sin que ella se diera cuenta, rápidamente se limpio con la manga de sus sueter antes de dar la vuelta para encarar a aquella mujer detrás del escritorio, antes de que Lariza pudiera replicar la psicóloga hablo primero.

-cuentame que viste Lariza, cuéntame todo lo que viste esta mañana- hizo demasiado énfasis en “viste” se dio cuenta la chica –dejame ayudarte-

La chica se molesto casi sin darse cuenta, como podía primero hostigarla, luego hacerla llorar y ahora pretendía “ayudar”

-no voy a decirle nada- fueron sus ultimas palabras, dio media vuelta salió de aquella habitacion y corrió, corrió por los pasillos hasta la salida internándose en la lluvia y en las frias calles de la ciudad.

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